viernes, 23 de julio de 2010

Kings of Convenience



Kings of Convenience
Mishima
Jueves 22 de julio de 2010.
Poble Espanyol, Barcelona.


Unos meses después de su actuación en el Palau de la Música, Kings of Convenience volvían a Barcelona para participar en los conciertos de verano de esa mezcla de museo castizo y parque Disney que es el Poble Espanyol. Un grupo minimalista tocando en una España en miniatura.

Abrían la velada los locales Mishima, uno de los exponentes de la nueva hornada de grupos de pop catalanes próximos a la canción de autor. Aunque tuvieron una gran acogida entre el público a mi no me terminaron de llegar (alguien tendría que estudiar la influencia del ukelele hawaiano en la música catalana).

En el cambio de escenario entre un grupo y otro, la megafonía anunció que, durante la primera parte del concierto, no se servirían bebidas alcohólicas ni se permitirían tomar fotos. Esto se debía a una apuesta por encontrar ese ambiente tranquilo y relajado que caracteriza el sonido de este duo noruego de pop Indie formado por Erlend Oye (The Whitest Boy Alive) y Erik Glambek Boe. Apoyados en las armonías de sus guitarras acústicas, construyen melodías que fluyen entre letras susurrantes. Su lema lo encontramos en el título de su primer disco, Quiet Is The New Loud (2001).

Lamentablemente, en lugar de eso, la medida solo consiguió provocar algunos incidentes que obligaron a parar el concierto dejando una sensación incómoda y desangelada (tanto para ellos como para el público). Si bien la culpa pudo ser del excesivo celo de los encargados de la seguridad, creo que no era el escenario adecuado para ese tipo de pretensiones. Lo que puede ser magia en un pequeño teatro puede no funcionar igual ante grandes audiencias, eso de pedir a la gente que chasquee sus dedos en lugar de dar palmas...



Comparados por los medios con Simon & Garfunkle, aunque la delicadeza de sus discos deja ver un mundo interior burbujeante (mucho más evidente en el proyecto paralelo de Oye, The Whitest Boy Alive), en directo son bastante paraditos los dos, salvo cuando a Erlend le entra el gusanillo y se suelta con sus peculiares y simpáticos bailes, a medio camino entre la genialidad y el esperpento. Erik, por su parte, se mueve menos que un gato de escayola y apenas esboza algunas sonrisas algo forzadas cuando la situación se hace ya insostenible

Ya en la segunda parte del concierto, salieron a escena Tobias Hett a la viola y Davide Bertolini al contrabajo (que dejó en alguna ocasión por un bajo) para inyectar algo de vida a la criatura. Gracias a una selección de temas más acertados y a los bailes rarunos de Erlend, el personal se fue animando, llegando hasta a corear y aplaudir las canciones.

Para finalizar, una versión de la Pantera Rosa que, quizá para intentar borrar la imagen fría y distante que habían dejado los incidentes anteriores, Erlend bajó a bailar entre el público. Reyes de la conveniencia...



Setlist:

01. My Ship Isn't Pretty
02. Cayman Islands
03. Love Is No Big Truth
04. Singing Softly To Me
05. I Don't Know What Can I Save You From
06. Me In You
07. Mrs. Cold
08. 24-25
09. Know How
10. Stay Ouf of Trouble
11. Toxic Girl
12. Misread
13. Boat Behind
14. I'd Rather Dance With You

15. Homesick
16. Pink Panther Theme

sábado, 3 de julio de 2010

Blacksoulona 2010


Cardova

Organic Rythm Generation

Viernes 2 de julio de 2010.

Jardines Santa Amelia, Barcelona.



Cardova

jueves, 1 de julio de 2010

Paco de Lucía




Paco de Lucía

Domingo 20 de Junio de 2010.

Liceo, Barcelona.


Cuando vi a Paco de Lucía tocar en la plaza de toros de La Malagueta me preguntaron qué me había parecido y lo único que pude decir fue “Este hombre toca la guitarra. El resto hacemos el macaco en el escenario”. Tras su actuación en el Liceo de Barcelona, tres años después, mantengo lo dicho.


No podía ser otro quien cerrase el XXI Festival de Guitarra de Barcelona y no podía haber un escenario mejor que el Teatro del Liceo (aunque la última vez que actuó allí tuviese que pedir disculpas por el mal sonido). La expectación era tal que las entradas para este concierto se agotaron tan rápido que tuvieron que añadir una nueva fecha una semana después.


Apareció puntual, en un escenario decorado con sus ya típicas palmeras, y nos regaló unos diez primeros minutos de actuación en solitario memorables. Poco a poco, enriqueciendo la pieza, fueron apareciendo el resto de los músicos.

El Piraña a la percusión y Alain Pérez al bajo forman una sección rítmica difícil de mejorar y la única pega que puedo ponerles es que desde mi posición no podía verles todo lo bien que me hubiese gustado. Antonio Serrano se encargaba del teclado y de la armónica, un instrumento nada habitual en el flamenco y que sorprendió a muchos de los asistentes (más acostumbrados a una flauta travesera o un saxo).


Imagino que igual de asombrados como en su día los que vieron a Paco introducir un extraño instrumento de percusión peruano en sus conciertos a finales de los 70 y sin el que ahora es difícil entender el flamenco: el cajón. Y es que viendo a Paco tienes la sensación de que estás viendo mucho más que un concierto, de que estás asistiendo a una clase magistral, viviendo y construyendo la historia de la música como un arte en constante evolución.




A las voces y palmas, David de Jacoba y un grande como Duquende (al que ya tuvimos oportunidad de escuchar recientemente en el homenaje a Camarón del Primavera Sound) estuvieron magistrales. Antonio Sánchez (sobrino de Paco) estuvo muy correcto como segunda guitarra sin desmerecer el trabajo habitual que realiza el Niño Josele. Para mi gusto, el único punto flojo de la actuación fue el baile del Farruco. En mi opinión excesivo y a la vez falto de intensidad.


Para finalizar, después de casi dos horas de concierto con lo mejor de su repertorio (Luzia, volar, palenque, me regalé, zyriab…), un clásico a petición del público (antes, en una pausa, alguien ya le había pedido “un poco de soleá tú solo si puede ser, por favor”. Petición que declinó amablemente y con simpatía por no haber traído las partituras).


Esa obra maestra que sacó al flamenco del fondo de la cueva, sacudiendo prejuicios, derribando purismos y otorgándole el reconocimiento internacional. Ese homenaje a Algeciras, la ciudad de Andalucía que le vio nacer, y que (posiblemente junto a Mediterráneo de Serrat) debería ser himno nacional: Entre dos aguas.



Paco de Lucía, guitarra.

Antonio Sánchez, guitarra.

Antonio Serrano, teclado y armónica.

Alain Pérez, bajo.

Israel Suarez 'Piraña', percusión.

David de Jacoba, voz.

Duquende, voz.

Antonio Fernández 'Farruco', baile.