viernes, 25 de noviembre de 2011

Riki López




Riki López
Jueves 24 de noviembre de 2011.
Sala Vivaldi, Barcelona.


Jueves frío y lluvioso en Barcelona. Después de salir tarde del trabajo (o acaso alguien pensaba que yo vivo de esto?) y rondando los 39º de fiebre, si alguien me podía hacer salir de casa ese era Riki Lopez.

La verdad es que me enteré del concierto porque me envió un mensaje desde su twitter @Riki_Lopez unos días antes. Con ésto pasa un poco como con las cartas del buzón: entre recibos, cartas de restaurantes, folletos de supermercados y pegatinas de fontaneros, cuando te llega algo personalizado con un mínimo de cariño te hace mucha ilusión (sí, me llega más spam en casa que por email). Y es que este mallorquín de sangre andaluza sabe sacarle partido a esas herramientas tan peligrosas para la cultura que son Internet y las redes sociales.

Llegamos a la Sala Vivaldi (para mí era más un bar que una sala, pero aquí cada cual se llama como quiere) y tomamos asiento en una de las mesas que rodeaban al pequeño escenario. En total, apenas treinta personas, treinta afortunados para disfrutar de un espectáculo excepcional a cargo de este autodenominado cantamigrañas, entre la canción y el monólogo.  Un Jonathan Richman a la española, algo así como una colaboración de Joaquines (Sabina y Reyes) con los Toreros Muertos.


Después de las presentaciones (y de contar la historia verdadera que no encontrarás en Youtube), comenzó con la canción del amante despechado que le dio la fama por ser talismán de la selección española en el inolvidable Mundobasket de Japón 2006. Solo algunos anormales le recordamos más por sus colaboraciones, años atrás, con Guillermo Fesser y Juan Luis Cano en esa obra maestra de la radio que era Gomaespuma que nos regaló temas como El menú del Bar Rambo.

En ningún momento se echó de menos banda ni acompañamiento. Todo carisma, armado únicamente con su guitarra, una mente ágil, despierta y autocrítica, que ya querría para sí más de un parlamentario, y ni un solo pelo de tonto. Cada canción iba acompañada de su correspondiente monólogo explicativo con los que supo encontrar la complicidad y las risas del público.

Casi sin darnos cuenta, la velada llegaba a su fin con un himno a esa deidad que tenemos y tememos en las ciudades de costa, el Dios de la humedad. Tocaba volver a casa, todavía con fiebre pero con mejor salud gracias a ese poderoso analgésico que es el humor.
Gracias Riki!



Setlist:

01. El busto es mío
02. La quiero
03. ¿Dónde vas, Kincón?
04. Cibeles, no conduzcas
05. A.E.N.A.
06. Yogur de coco
07. El menú del Bar Rambo
08. El tío más flojo del mundo
09. Cita con una musa
10. Dios de la humedad